El bebé puede distinguir con claridad lo que ve desde que nace. La distancia de enfoque más cómoda para sus ojos es de unos 20 a 30 cm, luego sus músculos oculares se van fortaleciendo y pueden enfocar personas y objetos a mayor distancia. Lo que está más allá de esa distancia lo ve borroso, pero es capaz de percibir movimientos y cambios en la intensidad de la luz.
La distancia de enfoque no es casualidad. Es la distancia a la que se encuentra el rostro de sus padres cuando es cogido en brazos o el de su madre al ser amamantado.
Si se le colocan diferentes objetos en su distancia de enfoque dirigirá su atención hacia las figuras más complejas, pues debe aprender un mundo visual muy complejo.
De cualquier manera, los rostros humanos son lo que los recién nacidos prefieren mirar. Nacen programados para reconocer los rostros y les encanta observarlos, deteniéndose especialmente en los ojos.
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